Buscando información sobre Felipe Cusicanqui (artista
chileno de 35 años) ayer para subir al blog que tenemos como curso, encontré
casualmente a Patricia Claro y me causó curiosidad el hecho de que en la
mayoría de sus obras (al menos las que alcancé a ver) trabajara con agua como
elemento principal; luego supe que se debía a una exposición que tuvo lugar el
año pasado (2011) en Galería Animal, donde reunía videos y pinturas. La
exposición se llamó "El tiempo y los ríos no fluyen hacia atrás"
y fue la segunda exposición individual de la artista visual. Si no me equivoco
esta exhibición tiene una estrecha relación con su trabajo anterior denominado
"RE-CORTE" (2008).
En
sus obras la artista realiza una investigación visual sobre el tema del paisaje
y el agua como fuente infinita de imágenes. Su personal interpretación de este
escenario en movimiento, es el resultado de un riguroso estudio experimental
sobre la cualidad dual del agua y sus reflejos proponiendo nuevas posibilidades
expresivas, destacando su particular mirada vertical hacia el paisaje,
utilizando la técnica del óleo sobre tela.
En la exhibición de "El
tiempo y los ríos no fluyen hacia atrás" desarrolla un estudio en torno a
la idea de tiempo, donde explora el mecanismo interno que otorga al agua la capacidad
de fluir de modo permanente. “Busco pasar de la pintura como soporte estático a
una pintura a la cual puedo adjudicar movimiento a través de un manejo de luz y
color, con los que a su vez hablo también del tiempo”, explica Patricia Claro.
El video que complementa la muestra pictórica representa una síntesis de este
estudio, mostrando la variación de la intensidad lumínica a lo largo de un día,
dando cuenta de una serie de cambios que experimenta el agua en su escenario
natural. El video representa una puesta en escena del río que es fuente de
inspiración las imágenes pintadas. “En el suelo de la Galería estará montado
este video titulado 16
de abril de una
duración de quince minutos y que es la grabación intervenida de un día, desde
la mañana hasta el anochecer”, agrega la artista.
La muestra representa una
secuencia de imágenes de una misma porción de agua, donde la continuidad entre
ellas está dada por distintas fracciones de minuto. De esta manera, la
temporalidad de la secuencia abarca únicamente 8 segundos, tiempo aproximado
que demora una onda en expandirse hasta desaparecer. A la representación del
movimiento del agua se une la variación en la intensidad de la luz, simulando
el proceso de iluminación del sol a lo largo del día, dando a conocer la
transparencia del agua y su capacidad de espejar lo que la rodea. Ocho cuadros
de gran formato van mostrando así un mismo paraje que va evolucionando, un
fragmento de río de aguas quietas, un lugar de vegetación tupida, donde si bien
apenas se ven ramas se adivina un bosque.
En ese fragmento del río algo
perturbó el agua porque el agua dibuja círculos concéntricos que se abren. “Son
ocho segundos desde que yo tiro un piedra hasta que el agua queda nuevamente
calmo. A eso incorporo otra dimensión de tiempo que se refleja a través de la
luminosidad, desde la máxima luz de medio día hasta la tarde cuando está casi
oscuro”. La secuencia de cuadros captura distintas etapas de ese movimiento,
las ondas se propagan agrandando su radio hasta difuminarse. En este caso hay
un doble movimiento, una doble dilución, pues a medida que desaparece la onda
desaparece gradualmente también el color. Patricia Claro profundiza con esto la
sensaciones de cambio de tiempo, haciendo un sutil pero incuestionable guiño a
Heráclito; pese a ser imágenes del mismo lugar, el río ya no es el mismo.
La idea de tiempo, presente tanto
en el video como en la secuencia pictórica, se relaciona con la teoría del
filósofo presocrático donde el movimiento es considerado como el fenómeno
característico de todo cuanto existe. La conocida frase “nadie se baña dos
veces en el mismo río”, extraída de la obra de Heráclito, hace alusión a la
condición cambiante de todo lo que forma parte de la realidad, a partir de la
cual su identidad se define en un determinado espacio y tiempo, mutando de
acuerdo al proceso de cambio de ambos factores. Utiliza la imagen de un río
para representar la naturaleza temporal de la realidad por ser éste el elemento
que mejor manifiesta o evidencia el paso del tiempo y la singularidad de cada
instante vivido.
Por otra parte existe un punto de
encuentro entre la estética de la artista y la oriental dado por el uso del
recorte como método para la construcción de filtros de luz. Una antigua técnica
de recorte china, que data del año 200 A.C., consistía en el uso de tijeras
pequeñas y cinceles para cortar el papel llamado “papel cincelado”. Esta
técnica se relaciona con la forma en que la artista aborda el dibujo, puesto
que a través de un recorte que define la luz, semejante a una “máscara
cincelada”, crea el efecto de luz en el cuadro. El recorte es realizado con
tecnología láser permitiendo graduar la intensidad de luz sobre la superficie.
Esta luz “hecha a mano” da dinamismo a la imagen representada, creando el
efecto de movimiento en la medida que representa las ondas producidas por las
corrientes.
“Pese a que me centro en las
mismas aguas, este trabajo va acompañado de mucho estudio y experimentación
técnica. Trabajo con el mismo recorte que utilicé en mi muestra el 2008, pero
en esta ocasión el corte ya no está realizado a mano sino con tecnología láser.
El agua me muestra imágenes que son 100% creadas por efectos lumínicos. Dibujo
la luz haciendo un trazado en computación de todo el contorno de la luz que
luego separo y la mando a cortar con láser. Esta nueva tecnología me permitió
abordar nuevas imágenes”, explica la pintora.
Esta creación pictórica es posible
gracias a la interrelación entre naturaleza y técnica que se da al interior del
proceso creativo de Claro, donde lo predecible –representado por la captura
digital- confluye con lo impredecible y azaroso –el agua en su entorno
natural-, conformando la tríada: naturaleza-técnica-cuadro. El uso que la
artista hace de la tecnología contemporánea da cuenta de la presencia de un taller
intervenido, donde la minuciosidad y lentitud de lo manual se asocia a la
eficacia y arbitrariedad de lo técnico construyendo un sistema que define las
estrategias de su estilo particular.
La adecuación de la artista a los
distintos ritmos y ciclos de la naturaleza otorga a su estilo una
particularidad, definida por la presencia de diversos tiempos a lo largo del
proceso. Un primer tiempo corresponde al propio de la naturaleza, escenario a
partir del cual es captada la imagen que posteriormente servirá de sustrato
pictórico; mientras que un segundo tiempo está dado por el proceso de creación,
donde el ritmo depende de las cualidades de los materiales que se utilizan y de
la sofisticación técnica con que aborda la figuración a través del recorte.
“Le robo al río 8 segundos de
tiempo que luego llevo hasta mi taller y transformo en ocho meses de trabajo.
De esa manera hay varias dimensiones de manipulación del tiempo que busqué
evidenciar en el video y en los cuadros a través de la forma y los campos lumínicos.
Por otra parte, hay un tiempo de espera en la naturaleza y el río, y luego en
el taller, dado que yo tengo que trabajar al ritmo de los cuadros. Cada vez que
pongo una veladura hay un proceso de cambio y un proceso de espera en lo físico
del material”, comenta Patricia Claro. Ambos tiempos implican una espera por
parte de la artista. Esta actitud paciente corresponde a su ritmo personal, que
se une al ritmo de la naturaleza para poder capturar la imagen y representarla.
Los ritmos del agua no se pueden intervenir, así como tampoco puede
intervenirse el ritmo de las pinturas y del proceso creativo.
(sacado
textualmente de: http://www.portaldearte.cl/portal/2011/11/03/patricia/)
Imágenes:
Todos los cuadros son de oleo
sobre tela
Adjunto blog y página de la
artista:
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